Empresa y Solidaridad.
Durante la pandemia han pasado muchas cosas que nos han cambiado nuestra forma de pensar y de actuar en ciertos aspectos a todos. A mí, me ha cambiado mucho en lo que se refiere a la venta de mis creaciones, ya que desde entonces no he vuelto a salir a vender a un mercado medieval. Las primeras semanas fueron muy preocupantes, porque los mercados previstos quedaron suspendidos en el calendario, a pesar de estar asignados y pagados con antelación.
Aún hoy estoy reclamando el pago del Mercado de Diseño de Alicante, cuya celebración estaba programada para el fin de semana del 13 al 15 marzo 2020 (el responsable de su organización dice que en algún momento se celebrará el mercado; pues vaya, habrá participantes que igual ya no se dediquen a su oficio, y hayan tenido que buscar otro trabajo para afrontar esta dura etapa que atravesamos.
Como decía, las primeras semanas fueron inciertas, nadie sabía cómo íbamos a salir de esta. Yo me dediqué a coser en mi taller para la nueva temporada, pero tampoco quería tener mucho stock, porque no sabía si saldría a vender. Así que, en vista de la necesidad básica que se estaba reclamando, pensando en ser útil y solidaria con los demás, me puse a coser mascarillas como una loca, sí loca, loca desde las 6h de la mañana a las 12h de la noche, confeccioné mascarillas para regalar a la gente de mi pueblo, Atzeneta d’Albaida.
Pedí al Ayuntamiento que informara a todos los vecinos de mi ofrecimiento, podían pasar a recoger mascarillas de forma gratuita a partir de las 9h de la mañana (hasta 4 unidades por persona); el primer día, a las 8:55h puse en la puerta de mi casa una cesta con 80 mascarillas, porque vi que ya había gente esperando; a las 9:30h ya se habían agotado.
El material que utilicé, en principio, lo tenía en mi taller. Pronto, lo que más hizo falta fue la goma elástica; vecinos del pueblo me trajeron telas y elásticos. Unos días después, viendo que se agotaban tan rápido, el ayuntamiento me proporcionó la mayoría de los materiales, así que mis días eran cortos; la cesta se vaciaba todos los días y todo el pueblo llevaba las mascarillas de PORTEarte. Yo estaba orgullosa de poder ayudar con mi trabajo y sentirme útil en la situación que estábamos pasando.
En esos primeros días, nadie tenía mascarillas. Empezaron a preguntarme en tiendas, farmacias y otros establecimientos de otras poblaciones. Así que una vez conseguido que todos mis vecinos estuviesen servidos, comencé a comercializar mascarillas con estampados de telas africanas, estampados infantiles y todo tipo de estampados que tenía en mi taller (por supuesto con TNT, que es el material que actúa de filtro y protege ante el virus). La mayoría de los pedidos que me entraban eran por whatsapp (los clientes habían conseguido mi número, bien a través de las redes sociales o se lo pasaban de unos a otros). Confeccioné de un catálogo de fotos con todas las mascarillas numeradas; y de un día para otro, ya no eran solamente mascarillas, sino también gorros sanitarios y otros artículos. Empresas de mensajería venían todos los días a mi taller para recoger paquetes con destino a cualquier punto de España.
Y nada, así pasé el confinamiento: PEDIDOS, MASCARILLAS, más PEDIDOS, un no parar; tenía que servir a todos, para que todos estuvieran protegidos. Cuando me quedaba algún hueco, como tampoco se podía salir a ningún sitio, me dediqué a fotografiar, publicar y publicitar algunas de mis creaciones.
Anteriormente a la pandemia, las Redes Sociales era lo que menos me preocupaba, yo tenía que tener suficiente stock entre un mercado y otro. Y no tenía tanto tiempo para fotos, publicaciones y publicidad, pero desde mayo del 2020 empezó para PORTEarte una nueva etapa, una nueva forma de montar la parada y vender por medio de un nuevo escaparate virtual.